El glaucoma es una enfermedad ocular que, comúnmente, se asocia con la edad adulta. Sin embargo, ¿qué pasaría si te dijera que esta “enfermedad silenciosa”, capaz de causar ceguera irreversible, también puede afectar a nuestros hijos, incluso desde el nacimiento? La respuesta es un rotundo sí. El glaucoma pediátrico, aunque menos frecuente que en adultos, representa una amenaza significativa para la visión infantil, y su detección temprana es la clave para un pronóstico favorable.
Como padre, como mucho de ustedes, es fundamental comprender que el glaucoma en niños no es un mito, sino una realidad que exige nuestra atención. A menudo, sus síntomas son sutiles o se confunden con otras afecciones oculares menos graves, lo que retrasa el diagnóstico y pone en riesgo la visión del niño. En este artículo, desentrañaremos las complejidades del glaucoma infantil, proporcionando datos actualizados, estadísticas relevantes y la información esencial que necesitas para proteger la vista de los más pequeños.

Una realidad silenciosa: la incidencia del glaucoma pediátrico
El glaucoma pediátrico abarca un grupo heterogéneo de afecciones que tienen en común el daño al nervio óptico, generalmente asociado con una presión intraocular (PIO) elevada. A diferencia del glaucoma del adulto, que a menudo se desarrolla lentamente, las formas pediátricas pueden progresar rápidamente, causando un daño irreparable si no se tratan a tiempo.
Según la American Academy of Ophthalmology, el glaucoma pediátrico afecta aproximadamente a 1 de cada 10,000 nacidos vivos. Si bien esta cifra puede parecer baja, las consecuencias para un niño afectado son devastadoras. Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que esta enfermedad es la segunda causa principal de ceguera en todo el mundo, y aunque no hay estadísticas específicas para glaucoma pediátrico a nivel global en sus informes más recientes disponibles públicamente, su impacto en la población infantil es innegable y requiere una atención prioritaria.
- Es crucial entender que existen diferentes tipos de glaucoma pediátrico, cada uno con sus propias particularidades:
- Glaucoma congénito primario: Es la forma más común de glaucoma en bebés y niños pequeños. Se presenta al nacer o en los primeros años de vida debido a un desarrollo anormal del sistema de drenaje del ojo.
- Glaucoma juvenil de inicio temprano (JPOAG): Aparece en niños mayores y adolescentes, con características similares al glaucoma primario de ángulo abierto del adulto, pero con un inicio más temprano.
- Glaucoma secundario pediátrico: Es el resultado de otras condiciones médicas, traumatismos oculares, cirugías oculares previas, uso de ciertos medicamentos (como corticosteroides) o enfermedades sistémicas.
La variabilidad en su presentación hace que el diagnóstico sea un desafío, subrayando la necesidad de una vigilancia constante y exámenes oculares regulares, especialmente en niños con factores de riesgo.

¿Cómo detectar el glaucoma en niños? Señales de alarma
Detectar el glaucoma en niños puede ser complicado, ya que no siempre pueden comunicar lo que sienten. Es por eso que los padres y cuidadores deben estar atentos a ciertas señales de alarma, que pueden variar según la edad y el tipo de glaucoma.
En el caso del glaucoma congénito primario, los síntomas suelen manifestarse en los primeros meses de vida y pueden incluir:
- Lagrimeo excesivo (epífora): los ojos del bebé lagrimean constantemente, incluso sin llorar.
- Sensibilidad a la luz (fotofobia): el niño frunce el ceño, cierra los ojos o evita la luz brillante.
- Blefaroespasmo: cierre espasmódico e involuntario de los párpados.
- Agrandamiento de uno o ambos ojos: este es un signo distintivo y ocurre debido a la presión intraocular elevada que estira el globo ocular elástico del niño. Puedes notar que un ojo es visiblemente más grande que el otro.
- Opacidad o nubosidad en la córnea: la parte transparente frontal del ojo puede verse turbia o lechosa.
- Enrojecimiento de los ojos.
Estos síntomas son el resultado directo de la presión intraocular elevada que daña el nervio óptico y distiende el ojo. Es fundamental no subestimar ninguna de estas señales y buscar atención oftalmológica de inmediato.
En niños mayores y adolescentes con glaucoma juvenil o secundario, los síntomas pueden ser más sutiles y desarrollarse de forma más lenta, similar al glaucoma del adulto. Algunos pueden quejarse de:
- Visión borrosa.
- Dolor de cabeza.
- Dolor ocular.
- Visión de halos alrededor de las luces.
- Pérdida gradual de la visión periférica, aunque esto es difícil de detectar por el niño o los padres hasta que la enfermedad está avanzada.
La detección temprana de estos signos es vital. Los exámenes oculares de rutina por un oftalmólogo pediátrico son herramientas cruciales para identificar cualquier anomalía antes de que el daño sea irreversible.

El rol crucial del diagnóstico precoz y las opciones de tratamiento
El diagnóstico temprano del glaucoma pediátrico es un factor determinante para preservar la visión del niño. Una vez que se sospecha la enfermedad, el oftalmólogo realizará una serie de exámenes exhaustivos para confirmar el diagnóstico y determinar la extensión del daño. Estos exámenes pueden incluir:
- Medición de la presión intraocular (PIO): En niños pequeños, esto a menudo se realiza bajo sedación para obtener mediciones precisas.
- Examen del nervio óptico: Evaluación de la apariencia y salud del nervio óptico.
- Gonioscopia: Examen de la estructura de drenaje del ojo.
- Paquimetría: Medición del grosor de la córnea.
- Oftalmoscopia y biomicroscopía: Examen de las estructuras internas del ojo.
- Ecografía ocular (B-scan): Puede ser útil en casos donde la córnea está muy opaca para ver el fondo de ojo.
¿Existen opciones quirúrgicas para el glaucoma pediátrico?
Estas son las siguientes opciones, que siempre deben ser consultadas y orientadas por un especialista en glaucoma.
- Goniotomía o trabeculotomía: Procedimientos que mejoran el drenaje del humor acuoso al abrir o crear nuevas vías en el sistema de drenaje del ojo.
- Trabeculectomía: Creación de un nuevo canal de drenaje para permitir que el humor acuoso se escape del ojo.
- Implantes de drenaje: Se colocan dispositivos en el ojo para ayudar a drenar el líquido.
- Ciclofotocoagulación: Procedimiento que reduce la producción de humor acuoso mediante el uso de láser.
La gestión del glaucoma pediátrico es un compromiso a largo plazo que requiere un seguimiento oftalmológico regular y continuo, incluso después de un tratamiento exitoso. Los niños con glaucoma necesitan un equipo de atención multidisciplinario que puede incluir oftalmólogos pediátricos, especialistas en glaucoma, anestesiólogos pediátricos y terapeutas visuales para optimizar su visión y calidad de vida.
No dejes que el glaucoma robe la visión de tus hijos
El glaucoma en niños es una condición seria, que exige vigilancia y acción. Como padre y cuidador, nuestro papel es insustituible. Si observa cualquiera de los síntomas mencionados, o si su hijo tiene antecedentes familiares de glaucoma o ha experimentado traumatismos oculares, no dude en buscar una evaluación oftalmológica inmediata con un especialista en glaucoma pediátrico.
La visión es un tesoro invaluable, y protegerla en nuestros hijos es una de las mayores responsabilidades que tenemos. Al estar informados, atentos y proactivos, podemos marcar una diferencia significativa en el futuro visual de los niños afectados por esta enfermedad. No esperes a que sea demasiado tarde, actúa hoy para preservar la visión de tus pequeños agendando una cita con Glaucoma Lima Center.